Somos Nilda y Paula. Compartimos este proyecto que comenzó con la fascinación por la transmisión de saberes como experiencia humana básica. A partir de esto, nos pusimos a pensar en el valor de la insistencia que se pone en juego en la repetición ritual de lo artesanal.

Y nos encontramos con un mapa. Este mapa es interminable y nunca se queda mucho tiempo igual. Apareció el Entintador, que repara en itinerarios y revela rutas. Estamos ahora en exploración de las cartografías que nos marca a veces en la tela, otras en papel o en la piel; en palabras, escritas, nombradas, hechizadas.

Te invitamos a hacer tu recorrido.

miércoles, 25 de junio de 2014

I

El Entintador come fogatas y no siente el hielo.
Está en camino, en el medio. Se detiene a mirar de nuevo el cielo: es verde oscuro y oculta secretos a gritos; el Entintador los sabe. Conoce el dibujo que traza esa mano. Apunta hacia él pero no lo alcanza.
También él dibuja, y aguarda fogatas y minúsculos hielos que caigan al suelo. Con los instrumentos a mano, el hilo se tensa y él confirma el rumbo: ahora viene de ese lado. Dibujará profundamente dibujos ya listos aunque no empezados. Corren en la sangre de alguien que usa sal para quedarse en vela, y que todavía no lo sabe (de la sal y de los dibujos en su sangre).
El Entintador come fogatas y no siente el hielo. Huele el humo y traga una pausa, una sola antes de eso.
“No puedes circunnavegarlo, ni combatirlo ni convencerlo”
Empieza de nuevo. Siempre de nuevo.
Gracias que existen los conjuradores…


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puntadas que dibujan caminos

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S/T bordado sobre papel